martes, 30 de marzo de 2010

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Se habían encontrado cientos de veces en la misma sala del museo frente al mismo cuadro. Ninguno de ellos imaginó jamás que eso sería razón suficiente para acostarse con alguien. Más tarde, ya en la cama, aceptaron que no existen razones concretas para dejar de hacer casi nada. Sin embargo, después de tres meses, a medida que la tensión sexual decrece, la figura del cuadro se destaca. Ella es la primera en aceptarlo y una noche, mientras él empieza a revelarle otro secreto de juventud, decide tirar de la manta. Esto no puede seguir así - advierte -: tenemos que hablar del cuadro.

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