viernes, 29 de abril de 2011

1017

Si Dios o la selección natural no nos han vuelto telépatas y aún nos conservan los brazos, es porque por ahí arriba hay alguien muy seguro de que no existe palabra que pueda confortarnos.

1016

Vivimos en la ilusión del perfeccionamiento, creemos que podemos pulir asperezas , entender a los demás, mejorar la comunicación, avanzar siempre hacia adelante. Intentamos cada día que la política se convierta en una ética y nos enfrentamos a los demás con esa convicción que hemos alentado dentro de nosotros mismos. Nuestras relaciones cada día son más públicas porque creemos que podemos poner puntos de vista en común y sortear los obstáculos. Pero no podemos sortear los obstáculos. Nunca hemos podido. Apreciamos a los demás hasta que tocamos hueso y en este punto ya nos perdemos. Poco a poco, esta prudencia se va convirtiendo en el ingrediente principal de nuestras relaciones y se trata de una prudencia política: el arte de no nombrar lo que no está en el orden del día. Nos acostumbramos a vivir así lejos de cualquier idea de eficiencia y ese deficit nos va matando. Alguien entonces siempre quiere hablar de ello. Pero no se puede hablar de algo que no está en el orden del día como si estuviera en el orden del día y ya sólo nos queda romper la baraja.

jueves, 28 de abril de 2011

1015

Cuando era más joven, quería ser poeta. Tenía ese orgullo adolescente de querer destacar usando las palabras, impresionar a mi profesora y todo eso. Pasaba horas escribiendo poemas que ahora casi he olvidado. No sé si he escrito poemas buenos, pero me esforzaba tanto en componerlos y leía tantos otros ajenos que había desarrollado la afilada habilidad de la comparación. Y yo creía que después de todo los míos no salían tan mal parados. Luego hubo una época en que empecé a mostrar mis poemas a las personas que yo creía oportuno sin decirles que eran míos para ver cuál era el efecto que producían. Ya no me atraía tanto la palmadita en el hombro sino la satisfacción secreta de tener que ver con algo que alguien pudiera llegar a apreciar. Era otra clase de orgullo al fin y al cabo, uno que antecede al olvido absoluto de sí mismo que rara vez se alcanza. Con el tiempo mi único objetivo con la poesía ha sido asegurarme de que fuera precisa hasta el punto de no importarme nada más, pues, si algo es preciso, qué importa todo lo demás:¿ puede alguien discutir con el reloj cuando marca la hora? Cuanto más preciso es algo, más inopinable se vuelve. La única poesía que me ha importado desde entonces es aquella que alcanzaba a definir en cada momento lo que mi existencia demandaba. No sé si lo he conseguido pero siempre me gustó este poema justamente porque define con precisión esta idea de poesía.


The miracle
En poemas míos que no valen nada,
creerán ustedes hallar un valor,
una verdad que no se mezcla con el trigo,
un rastro , una revelación,
cualquier perdiz que imaginarse puedan
en sus mentes enfebrecidas de cazadores extraños.

En donde nunca hubo conejo,
descubrirán ustedes la chistera,
sobre un yermo
plantarán sus esperanzas,
platillos volantes divisarán en surcos
obscenamente terráqueos.

Y vendrán a contármelo luego,
a mí - no te lo pierdas - :

al dueño del sembrado.





viernes, 15 de abril de 2011

1014

La tarea más dificil que debe afrontar cualquier ser humano es la de no ser aceptado, no ser comprendido, no recibir ninguna clase de calor.Algunos nunca tienen que enfrentarse a esta cuestión porque han aprendido a cultivar la adoración ajena, pero esos no nos interesan.Quien sabe qué medios desplegar para obtener el resultado que persigue , no es más que un esclavo de la necesidad. Continuamente observamos a individuos que reptan en la mediocridad, que se esfuerzan por complacer, que medran socialmente calculando su amabilidad, descubriendo rápidamente cuales son las reglas de oro del grupo en el que se insertan, sus bromas permitidas, su inteligencia media.

Lo cierto es que es muy dificil sobrevivir sin reconocimiento. La falta de afecto ajeno nos aliena de nosotros mismos, nos derrota inexorablemente y, sin embargo, lo propio de la humanidad es la resistencia. Crear valor allí donde no existe, eso es lo propiamente humano. Es humano quien no se deja vencer, quien se arropa con la manta de su propio afecto, quien viste su orgullo con la misma nada. Esta tarea permanente de autoconstrucción ni es fácil ni es grata. El cuerpo se rebela y añora las prebendas que los demas ya disfrutan. El cuerpo no es paciente y a veces lo daría todo por una sonrisa amable. Pero flaquear siempre tiene como recompensa escenas que nuestra mente ya ha anticipado y resulta inconcebible que podamos escapar del aislamiento de esa manera. Sólo respetamos a quien puede sorprendernos pues añoramos cada día ser distintos para poder - también nosotros- respetarnos.