lunes, 22 de marzo de 2010

1004

Aunque sé que no servirá de gran cosa, le digo lo que necesita oir: que aprender a sentirse bien con lo que uno dice o uno hace es una de las cosas más difíciles de la vida. A poco que seas inteligente, resulta muy fácil darle la vuelta a la tortilla hasta encontrar una solución más óptima para casi todo. Frente al espejo de la propia conciencia, lo que uno dice o hace resulta casi siempre insuficiente, torpe, equivocado. Lo podrías haber hecho mejor: haber estado más amable, haber sido menos irónico y más atrevido. No importa. En cualquier caso, el resultado hubiera sido el mismo: tú otra vez dándote cabezazos contra el espejo por lo que de nuevo no supiste hacer bien, no conseguiste mejorar. Y así siempre, chico, hundido hasta el cogote, habiendo perdido si saber cómo esa virtud sencilla que tienen los demás para apreciar sus pequeños talentos por mínimos que sean. En ti no hay nada de eso y eso es lo peor que tienes, tu mayor talento. La virtud más sencilla que posees es la de destruirte constantemente. A poco que te esfuerces, lo conseguirás, pero, escúchame, no es necesario, no hay nada que te ate a ese resultado porque , estrictamente hablando, no hay nada malo en ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario