martes, 23 de marzo de 2010

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Wittgenstein y la hipersensibilidad. Es el título de un artículo que quise escribir hace tiempo. Pero nunca lo publiqué. Supongo que Wittgenstein hubiera estado orgulloso porque él era también un poco así: le jodía la publicidad en general y que la gente hablara de su obra sin conocerle. Pero esto es una suposición porque, como yo tampoco le conocí, yo también hablo de segundas, me limito a insistir en la leyenda urbana. Porque eso y no otra cosa es justamente Wittgenstein: una leyenda urbana, una mosca que no consigue salir de la botella, un millonario que se alista voluntario en la guerra , un hombre que se va a vivir a Noruega a una cabaña. Y muchas peleas dialécticas, un carácter presuntamente difícil y un alto concepto de la amistad. Y el trabajo intelectual, siempre el trabajo intelectual como único propósito real de la vida: escribir, trabajar , resolver problemas. Pero ,¿ qué problemas podía tener la vida para un millonario como él? Los mismos problemas que para cualquiera: problemas filosóficos. Escribe Wittgenstein: " Sentimos que , aún cuando todas las respuestas científicas hubieran sido contestadas, el problema de la vida permanecería intacto". Más tarde escribe: " Aunque soy incapaz de mostrar afecto, tengo una gran necesidad de él". Y nadie ha condensado mejor que él en dos frases toda la historia de la filosofía.

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